La PAAF de tiroides es un procedimiento sencillo que consiste en puncionar un nódulo tiroideo para valorar el riesgo de que sea maligno. Este estudio aporta mucha información con un riesgo prácticamente nulo de complicaciones y se realiza guiada por ecografía tiroidea para asegurar de puncionar en el nódulo deseado. Se debe tener en cuenta que la PAAF no analiza bloques de tejido (biopsia) sino sólo células sueltas (citología). Por tanto, se trata de una prueba orientativa que solo indica el riesgo de malignidad, pero el diagnostico definitivo se obtiene con el material aportado por la cirugía. Aunque es poco frecuente (2-3%), es posible que un nódulo maligno dé un resultado benigno en la PAAF de tiroides. Este pequeño riesgo es inevitable. Por ese motivo ante resultados benignos se debe planificar un seguimiento ecográfico adecuado con controles a intervalos variables según criterio de la endocrinóloga. La recomendación actual de la Asociación Americana del Tiroides (ATA) es planificar el seguimiento en función de las características ecográficas y del resultado de la punción.
Se debe tener en cuenta que los nódulos tiroideos son un problema muy frecuente y que la gran mayoría de ellos son benignos. Se debe estudiar cada caso antes de decidir una PAAF mediante una entrevista con la especialista en endocrinología, una ecografía y determinación hormonal. Los factores más importante para sospechar un nódulo maligno son su tamaño y el aspecto en la ecografía tiroidea.
Ambulatorio Dura aproximadamente 15-20 minutos en total, salvo que se necesite obtener material de más de un nódulo. El tiempo de entrega de los resultados depende del tiempo que requiera el anatomopatologo para el análisis. Habitualmente 7-10 días hábiles. La prueba puede ser no diagnóstica o insatisfactoria cuando no se obtiene un numero suficiente de células o de adecuada calidad para el análisis. Sucede en un 10-20% de las punciones y esta indicado en estos casos repetir el procedimiento, salvo excepción.
La principal complicación es que persista un ligero dolor en la zona de punción que se puede tratar con analgesia habitual y/o hielo local. Pueden aparecer hematomas en el trayecto de la punción o disfonía transitoria si se toca o infiltra con anestesia el nervio laríngeo o recurrente. Durante el procedimiento o justamente después puede aparecer mareo en personas susceptibles.